Día 13, jueves
En la tarde del
jueves, la Madre
se encontró con la Familia Salesiana
de León. Estaban citados miembros de todas las ramas presentes en la ciudad, y
a la llamada respondieron con prontitud, prestos al encuentro, para orar y
celebrar.
Celebramos la Eucaristía, en la que
se vivió claramente ese espíritu de Familia. El Evangelio, como muy bien
expresó el celebrante, Vicario Inspectorial SDB, Eusebio Martínez, fue el
“evangelio de la confianza”: pedid y se os dará, llamad y se os abrirá, buscad
y hallaréis. Un colofón precioso a la homilía: las Hermanas son Hijas de María
Auxiliadora, pero todos somos Hijos de Ella.
A cada instante de la celebración
surgían gestos, palabras, sonrisas, que nos hacían vivir aún más si cabe el
momento. Rezar juntos, de eso se trataba.
Y de la misa a la mesa, para
seguir compartiendo. Unas ricas viandas, conversación, y un pequeño detalle, la
risa espontánea de la Madre,
que vale más que mil palabras y transmite más que mil gestos.
Para terminar, un representante
de la Familia Salesiana,
Antiguo Alumno, nos dirigió unas emotivas palabras, que nos sirvieron tanto de
acogida como de saludo y vivencia, y unos parcos obsequios, un “ramo”
típicamente leonés, y unas flores, empapadas de gratitud, cariño y pasión.
También las palabras de la Madre, impulsándonos a
crecer y a dar fruto, tuvieron una resonancia nueva. La Familia Salesiana,
la idea genial de Don Bosco, tiene mucho que hacer en la sociedad de hoy, sólo
falta que nos atrevamos a afrontar el reto… de nuevo el ser apasionados.
Las canciones, acompañadas del
acordeón, que no falta nunca en nuestras celebraciones, pusieron un “adiós con
el corazón” que todos sentimos de una manera especial.
GRACIAS, MADRE, por estos
momentos que tanto esperábamos y que hemos vivido “apasionadamente”. Hasta pronto