Querida Madre:
Gracias por acercarte hasta aquí, por despertar esperanza, por contagiar alegría y pasión, porque tus palabras nos saben a Dios, por decirnos con fuerza que no tengamos miedo de arriesgar por los más pobres.
Gracias por recordarnos:
que el Instituto no es más que una casa con 84 habitaciones y corredores de libre circulación.
que nuestra vida siempre es fecunda
que el Instituto tiene nuestro rostro, que somos los Don Bosco y Madre Mazzarello de hoy
que lo importante es escuchar como Jesús, mirar como Jesús, amar como Jesús, actuar como Jesús, pensar como Jesús...
que, como dice el Papa Francisco, no se trata de ser radicales sino proféticos
que juntos, como Familia salesiana, podemos; que juntos, como Familia Salesiana, nada nos puede parar.
que siempre estamos creciendo como la naturaleza, aunque sea en silencio
que hemos de sostenernos unos a otros, ayudarnos a interpretar los acontecimientos de la vida cotidiana a la luz de la fe, a la luz de la Palabra... para descubrir lo que Dios nos está pidiendo ahí y lo que nosotros estamos respondiendo... personalmente, como comunidad FMA y como comunidades educativas.
Tu visita ha sido un regalo, una gracia de Dios, una bocanada de aire fresco que aviva el fuego interior.
¡GRACIAS POR VENIR!