Día 11, martes. Noche
de convivencia con las hermanas de Lugo
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A las 22,30h del 11 de marzo
Madre Yvonne entra por la puerta de nuestra casa. Todo está preparado para la
cena, que compartimos en un ambiente de familiaridad y sencillez. A continuación
tenemos una sencilla sobremesa, en la que Carmen Riguera, animadora de la
comunidad le dirige un saludo en nombre de todas las hermanas. Sor Consuelo
Martínez lee los versos de León Felipe: “Ser en la vida romero…” y se proyecta
un vídeo –montaje con imágenes de la vida en nuestra comunidad educativa, al
tiempo que le cantamos, versionando una canción de Ana Kiro, artista gallega
muy popular:
Hola. ¿Qué tal? Madre Yvonne, ¿cómo estás?
Yo presiento que esta noche va a ser algo grande y
sensacional.
Sabes muy bien, Te queremos de verdad.
Yo, ¿qué quieres que te diga? Estoy muy contenta y quiero cantar.
Gracias por estar aquí, gracias por este calor.
Me siento tan encantada que todos los días doy gracias a Dios.
Gracias por estar aquí, Gracias desde el corazón.
Tú visitas nuestra casa, te aplaude Galicia con gran ilusión.
Hola, ¿qué tal? yo siento tanta emoción.
Hoy estás entre nosotras y estamos contentas de escuchar tu voz.
Yo ya no sé cómo hemos de pagar tantos años de cariño, de entrega sincera,
de amor de verdad.
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Y se le entrega el regalo de
cáliz, patena y vinajeras de Sargadelos.
Madre Yvonne nos da las buenas noches:
Nos recuerda que Don Bosco quiso crear una familia; no se puede educar a los
jóvenes sin darles una familia. Agradece el cariño que le hemos expresado, es
un don que cultivar todos los días. Nuestra comunidad es el corazón de la casa,
de ella nace el ambiente de la obra educativa. Hace referencia a la experiencia
de “las noches abiertas” que le hemos
contado en la cena. Lo ve muy significativa y nos felicita. “Un día dará su
fruto- nos dice- que los adolescentes vengan a compartir una noche con nosotras
es signo de que vivimos la acogida, la apertura. Así se experimenta la alegría
de ser familia, y eso va a ser fecundo. Es muestra también de que esto es un
clima habitual, estas cosas no se improvisan”.
Agradece también la alegre
sobremesa y el clima comunitario que mostramos, es un signo de esperanza. Por
último nos recuerda que María no solos e pasea por la casa de Nizza,
sino que esa es una realidad que se da en cada casa salesiana. A ella nos
encomienda.
Termina un largo día con una
breve pero sentida acción de gracias en la capilla. Es muy tarde, pero el
corazón rebosa.
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